Sinópsis:
I'm a Cyborg, but that's OK cuenta la historia de una chica (Su-jeong Lim, A Tale of Two sisters) encerrada en un psiquiátrico porque cree que ha estallado una guerra entre los humanos y las máquinas. Su vida durante su internamiento estará rodeada de gente extraña, entre ellos, un joven que cree que tiene el poder de robar el alma de la gente (el cantante de moda, Rain)

Trailer:



Y, via lavanguardia ya tenemos la primera crítica de la película que pinta muy pero que muy bien (aunque no estoy de acuerdo ni en la mitad de las críticas que hace hacia el director Coreano... pero ese es otro tema)



Park Chan-wook es un director coreano que no suele dejar indiferentes a su paso. Con sus anteriores "Sympathy for Mr. Vengeance", "Old boy" y "Lady Vengeance" irritó, asqueó y repelió a casi tantos como dejó impresionados por su potencia visual y su imaginación. El tema recurrente de Chan-wook ha sido hasta ahora la venganza, y para hablar de ese sentimiento tan poderoso e irrefrenable no ha evitado hasta ahora al espectador tremendas escenas de violencia.

Pero con su nueva "Soy un cyborg, pero está bien", parece que Chan-Wook ha decido tomarse un descanso en una trayectoria marcada por la intensidad, y nos ha ofrecido en la Berlinale una comedia imaginativa, amable, casi infantil en su planteamiento.

Una comedia que habla con ternura del amor y la locura. Del amor loco, literalmente. El que siente un joven e impenitente ladrón de todo por una chica que se cree un cyborg. Y así cada loco con su tema, y todos juntos conformando una sinfonía de sentimientos donde la línea entre la realidad y la locura –locura amable, nada trágica- queda difuminada a cada momento, sin saber bien donde empieza y termina cada cosa. De una forma tan amable y surrealista como suele ocurrir, por ejemplo, en los dibujos animados o en las películas y en los vídeos de Michel Gondry ("La ciencia del sueño").

"Soy un Cyborg…" resulta una película entrañable, simpática y visualmente impactante. Una película que podríamos catalogar como "mona" y poco más. Aunque, como es habitual en Park Chan-wook, no dejará indiferentes a su paso. Al salir de la proyección, Mateo, instalado en la veintena, aseguraba que, con este filme, ya había visto el Oso de Oro, el premio máximo de la Berlinale. Pero poco después, Leonardo, crítico mexicano de risa imparable, escéptico ante todo, un veterano con unos cuantos años más –y unas cuantas películas más- que Mateo, me decía que no aguanta a Chan-wook ni cuando se pone tierno, como ahora.

¿Qué tendrá Park Chan-wook que cada película suya es un plebiscito?