Porgy y Bess, crónica

Porgy and Bess
Teatro Calderón de Valladolid
5, 6 y 7 de oct 2007: inicio de la gira española
Cuando nos imaginamos una ópera de Gershwin podemos hacernos una idea del estilo que va a predominar, y más teniendo en cuenta las diferentes versiones del tema de apertura de Porgy and Bess, que no es otro que el archiconocido "Summertime". Todos esperamos entonces jazz y blues de este compositor, pero nos olvidamos quizá de que es una ÓPERA y como tal debe ser concebida.


La historia en sí misma no es muy original dentro del mundo operístico pues es una historia de amor, sin embargo el contexto sí es singular asi como pequeños matices. Porgy es un inválido que se enamora de Bess, una mujer de mala vida. Esto no sería muy original si no situaramos la historia en un suburbio de Charleston (Carolina del Sur) y el reparto estuviera enteramente formado por afro-americanos, lo cual supuso una revolución en el New York de 1935 cuando fue estrenada.

En esta ocasión el Coro del New York Harlem Theatre ha estado acompañado por una acertada Orquesta Sinfónica de Navarra a cuya trabajo no se le pueden poner pegas.

En cuanto a los cantantes, es una ópera donde abundan los pasajes de coro, un coro que además de la técnica del canto lírico combina el timbre característico de la voz negra resultando un sonido cálido de jazz destacando la dificultad de cantar algunas veces sin apenas acompañamiento instrumental o bien este desligado de la melodía (comparado con clasicismo o romanticismo). Además de los protagonistas, aparecen multitud de solistas, todos ellos de una gran calidad que cantan, se mezclan e interpretan a la vez dando un dinamismo singular a las escenas.
Cabe destacar el ária de Serena, el lamento de una esposa ante su marido fallecido es uno de los momentos más intensos de la ópera donde Gershwin exprime el sentimiento y lo hace música, con una interpretación donde los agudos quitan el aliento y el control de la potencia de voz transmite todo el dolor de la esposa. En esta escena el coro nos regala además algo de Gospel.
El intenso sonido y técnica de la voz de Bess se ven quizá ensombrecidos en los dúos por el escaso ímpetu de Porgy (que hay que resaltar que canta de rodillas), no sé si es que estoy acostumbrada a que "el galán" sea tenor y barínoto me sabe a poco o que la partitura no explota su mejor registro. Sin embargo el trio del final con Porgy y otras dos mujeres es otro de los momentos más hermosos de la ópera.
En cuanto a la escenografía, se alternaron dos escenarios principales y uno de quita y pon. Uno representaba el vecindario Catfish Row, un agitado suburbio de Charleston con sus casas de madera de dos pisos, el otro simulaba estar en una isla cerca del vecindario. En ocasiones que se necesitaban interiores el escenario del vecindario giraba y daba lugar a lo que simulaba ser el interior de una de esas casas. Todo totalmente en concordancia con el vestuario, y todo ello en su conjunto conseguia la ilusión perfecta de lo que podría haber sido el Carolina del sur en los años 30.

La luz por supuesto ayudó con toda esta fantasía, no ocurrió lo mismo con otro apartado técnico: los subtítulos. El problema de los subtítulos ya no es que fueran descoordinados o que ciertas cosas no aparecieran, que en sí ya es molesto, sino que su ubicación era horrorosa. Me pregunto cuánta gente ha podido seguir realmente la historia a pesar de las oportunas lámparas, o a pesar de tener que subir y bajar la cabeza o torcerla o que se yo cuantos inconvenientes más. Me parece que se paga la nada barata entrada para disfrutar de la obra no para intuirla.

En resumen: Porgy and Bess aporta la inigualable y sublime belleza de la ópera mezclada con los profundos cantos llenos de fuerza y ritmo de jazz de los afro-americanos. Cálida, intensa y dinamica.

por Maggie

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